El mundo se estremece. Soplan vientos de cambio en la naturaleza de toda la tierra. Es el calentamiento global. Colombia, que es un pulmón del planeta, está igualmente amenazada. Aunque los cambios climáticos han sido una constante en la historia de la tierra, el que estamos viviendo ha sido atribuido a la actividad del hombre.
Y existen evidencias de su afección a Colombia, particularmente desde la segunda mitad del siglo veinte ha demostrado un incremento de la temperatura media anual del aire a un ritmo de 0,1ºC a 0,2ºC por década. Las precipitaciones han variado: en unas zonas aumentan y en otras disminuyen en un rango que oscila entre el -4% y el +6% por década. Desde hace varios decenios los nevados experimentan una pérdida considerable de su masa de hielo, y ya varios nevados colombianos se extinguieron durante el siglo pasado.
Los seis nevados actuales (Ruiz, Santa Isabel, Tolima, Huila, Sierra nevada de Santa Marta y Sierra nevada del Cocuy) presentan un derretimiento constante muy marcado en las últimas décadas. Esta pérdida se asocia con el aumento térmico global, resultado a su vez de la acumulación de gases de efecto invernadero. De hecho, Colombia ha perdido en el último medio siglo el 50% de su área glaciar. De las décadas de 1940 a 1980 las pérdidas fueron de 1% anual, mientras que hoy son de 2% a 3% anual. A este ritmo, en dos o tres décadas Colombia tendrá muy poca cobertura de nieve, el problema será mas grave cuando exista un área mínima de nevados y las poblaciones dependientes hídricamente se afecten por la disminución del caudal de los ríos. Será una gran pérdida no ver en nuestras cumbres montañosas tan hermoso y único paisaje.
Los glaciares son excelentes indicadores de cambio climático por su rápida y fiel respuesta a alteraciones de la atmósfera, y los glaciares ecuatoriales como los de Colombia representan un ecosistema único por su rareza y dinámica. Junto con los nevados, los páramos son también vulnerables a los cambios climáticos, y se prevé una pérdida de la regulación hídrica de alta montaña que generará pérdida glaciar. Las lagunas pequeñas de páramo, propias de ese ecosistema, tienden a desaparecer. El aumento térmico está causando, desde hace algunas décadas, que el páramo no sea tan frió y por lo tanto resulte apetecido para las labores agrícolas como las quemas, con la consecuente ampliación de la frontera agrícola.
Cesar Becerra Saffon