El páramo es un concepto europeo, aplicado a un bioma tropical. Como describe Reyes (1995), los parámetros de la civilización europea dieron nombre nuevo a las altas montañas ecuatoriales. No sólo fueron «bautizadas» con una voz celta acogida por el latín (Vareschi, 1970) y trasmitida a las lenguas romances donde páramo significa meseta desértica y árida batida por el viento; sino que su nueva definición, procurando conceptuar los biomas ecuatoriales de alta montaña, estuvo condicionada por las características de las montañas mediterráneas, principalmente los Alpes.

Este origen europeo del concepto “páramo” se mezcló con el concepto “urku” (Ecuador) o “jalca” (Perú) que los pueblos americanos manejan para sus cerros. Las discrepancias entre conceptos causan discrepancias en interpretación hasta hoy en día tales como las que se producen por el esfuerzo (justificado o no) de buscar diferencia entre páramo y jalca, por ejemplo, o de buscar una distinción entre páramo y bosque donde los pueblos nativos están viendo un sólo territorio montañoso.

El concepto “páramo” es tan complejo que es difícil definirlo. El páramo es un ecosistema, un bioma, un paisaje, un área geográfica, una zona de vida, un espacio de producción e inclusive un estado del clima. Además, el valor y el significado del mismo pedazo de páramo pueden ser muy distintos para el campesino que pasta sus animales o para el biólogo que estudia un bicho dentro de la paja. Esta complejidad de sentidos y de visiones refleja la gran importancia del páramo pero a la vez es el origen de muchos malentendidos y hasta de malas intenciones por parte de ciertos grupos de interés. De la misma manera, por ser un término tan complejo, descriptivo de diferentes sujetos similares y con anotaciones históricas, académicas, políticas y culturales, es muy difícil definir lo que realmente es un páramo (Medina & Mena 2001).

Si bien el concepto general de páramo es claro (ecosistema de alta montaña del trópico húmedo, dominado por vegetación abierta y ubicado entre el límite del bosque cerrado y las nieves perpetuas), su definición exacta varía, lo cual dificulta saber exactamente lo que se considera páramo en algún lugar determinado.

Rangel (2000) lo define como región natural por la relación entre el suelo, el clima, la biota y la influencia humana. Esto indica que existen varios procesos que interactúan y resultaría difícil poner un límite entre el páramo y sus ecosistemas vecinos más al norte, más al sur y más abajo en la montaña. También existe una dinámica temporal, que ha resultado en mayor o menor extensión de páramo por efectos climáticos o humanos. Además, la perspectiva personal influye en la definición: para un campesino que vive en la alta montaña, el páramo no es un ecosistema definido por características ecológicas y geográficas sino un territorio de vida en el cual ejerce todas sus actividades productivas y reproductivas (Hofstede en prensa c).

Por esto, Reyes (1995) menciona que no se debe preocupar la síntesis definitoria de los paisajes y ecosistemas parameros, cuando se sabe que el reduccionismo y la simplificación se esconden detrás de las definiciones, las cuales se consideran desde siempre incompletas. Por ello, proponen avanzar sobre la base de la formulación de conceptos a partir de los cuales la realidad analizada puede ser conocida y preferencialmente comprendida. El concepto de páramo incorpora múltiples elementos, factores, límites, zonificaciones, herencias, perturbaciones, migraciones, biomas, fisionomías, estructuras, funcionamiento, evolución y configuraciones, y por esto ninguna definición es perfecta.

La definición más amplia: un ecosistema húmedo tropical zonal, caracterizado por una vegetación dominada por vegetación herbácea y arbustiva, y ubicada predominantemente a partir del límite superior del bosque (Cuatrecasas 1958, Monasterio & Molinillo 2003, Rangel 2000), es también la más práctica para aplicar a la mayoría de los lugares que se consideran páramo. Sin embargo, fenómenos como la existencia de gradientes complejos entre bosque y páramo, la dinámica temporal del límite de bosque y la influencia humana que ha modificado el páramo, hacen que la aplicación de la definición en el campo sea difícil y su delimitación precisa, una tarea compleja.

Los páramos forman una eco-región neo tropical de altura, entre el límite forestal superior y las nieves perpetuas. Se encuentran distribuidos a lo largo de los Andes húmedos entre Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela, con extensiones hasta Costa Rica y Panamá. Los páramos tienen una importancia fundamental para millones de personas y representan una multiplicidad de significados y valores: hábitats en los que se encuentran especies endémicas, ecosistemas capaces de brindar servicios ambientales fundamentales (agua principalmente), espacios de importancia cultural, entre otros. Así: “Los páramos constituyen espacios de vida y territorios sagrados para los pueblos indígenas que habitan en o alrededor de ellos, además de lo cual juegan un papel fundamental en la subsistencia de diversas poblaciones tradicionales y locales asentadas en las zonas altas de las montañas [son ejes] de cohesión social y [determinan] los modos de vida de los habitantes de las tierras altas” (Maldonado & de Bievre. 2011).

Actividades económicas como cultivos agrícolas, ganadería, plantaciones forestales, minería, manejo inadecuado del agua y expansión urbana en crecimiento, plantean riesgos severos para la integridad de los páramos y sus servicios eco sistémicos. Adicionalmente, los fenómenos asociados al cambio climático (aumento de temperatura, diferentes regímenes de precipitaciones y nubosidad) pueden aseverar esta presión y causar mayores impactos tanto en la funcionalidad y la estructura del ecosistema como en sus aspectos sociales y culturales.

El impacto directo de las actividades humanas sobre el ecosistema ha sido sujeto de estudios durante las últimas décadas, con lo cual se ha generado un importante volumen de conocimiento técnico. Mucho menor ha sido el conocimiento sistematizado sobre los aspectos sociales, económicos y culturales del paisaje económico (Mujica. 2011). Adicionalmente, existe una gran incertidumbre sobre la magnitud de los efectos ambientales y sociales que tiene el cambio climático global sobre los páramos; lo que se sabe con certeza es que el impacto del cambio climático global es mayor en los ecosistemas de alta montaña que en la mayoría de los otros ecosistemas tropicales (Beniston et al. 1997, Price. 2006). Las principales preocupaciones giran en torno a cómo se distribuirá el ecosistema en el futuro, cómo ocurre la interacción entre el cambio climático y los procesos socio-económicos y cómo seguirá cumpliendo el páramo sus funciones eco sistémicas. Estos impactos tienen que ver directamente con la vida y el sustento de las poblaciones humanas que dependen de este ecosistema pero también con poblaciones que, situándose geográficamente fuera de estos espacios, incluso a grandes distancias, se benefician de sus funciones eco sistémicas en temas tan básicos como el abastecimiento de agua dulce.

El conocimiento de los procesos que se desarrollan dentro del páramo se convierte, por tanto, en un elemento fundamental para comprender, prever y minimizar los efectos negativos del cambio climático, tanto a nivel ecológico como a nivel social. En este sentido, los diferentes estudios que se están llevando a cabo desde las múltiples disciplinas científicas y desde la variedad de instituciones a diferentes niveles que favorecen y apoyan las investigaciones, son herramientas fundamentales para tomar medidas adecuadas para la reducción de los impactos que propicien la adaptación de las poblaciones a los cambios sin generar situaciones traumáticas, conservando el páramo y sus funciones eco sistémicas.

Fuentes: Hofstede, Robert et. al.  (2014). Los Páramos Andinos ¿Qué sabemos? Estado de conocimiento sobre el impacto del cambio climático en el ecosistema páramo. UICN, Quito, Ecuador.

Comparte esta información

Artículos de interés relacionados