Los glaciares son las reservas de agua dulce más grande del planeta. Son fuente de agua para la agricultura, actividades industriales y usos domésticos.
Los glaciares tropicales son especialmente sensibles al cambio climático, debido a las condiciones climáticas específicas en la zona tropical. Se consideran glaciares tropicales a aquellos que están situados entre las latitudes 30° norte y 30° sur y se trata de un recurso natural plenamente latinoamericano: más del 99% de los glaciares tropicales del mundo se encuentran en la cordillera de los Andes: 71% en Perú, 20% en Bolivia, 4% en Ecuador y 4% en Colombia y Venezuela.
Los glaciares tropicales andinos están desapareciendo rápidamente y, según las proyecciones climáticas, se estima que la mayoría de glaciares por debajo de los 5.000 m.s.n.m. desaparecerán hacia mediados del presente siglo.
Los glaciares y los ecosistemas de alta montaña son muy valiosos para nuestra región andina.
Glaciares ecuatoriales, los más especiales
Debido a la distribución climática de la Tierra, sobre la zona de confluencia intertropical sólo tres áreas en el mundo presentan algún remanente de masas de hielo; esto debido a su gran altitud.
La primera de ellas se localiza al este de África, en los volcanes Kilimanjaro (Tanzania), el monte Kenya y la cadena montañosa Rwenzori (frontera entre Uganda y la República del Congo). El segundo relicto se sitúa sobre las montañas Irian Jaya (Nueva Guinea). Por último se encuentran las masas de hielo ubicadas al norte de Suramérica; repartidas entre Colombia, Ecuador y Venezuela y que conforman los glaciares ecuatoriales más extensos del mundo.
Los glaciares ecuatoriales son de enorme importancia debido a su particularidad como ambientes sensibles al cambio climático y excepcionalidad geográfica. Los seis nevados que actualmente tiene Colombia son masas de hielo pequeñas, casi insignificantes dentro de la contabilidad de las superficies heladas del planeta, pero tienen una importancia enorme por su ubicación ecuatorial y como los últimos relictos de ambientes antiguos más fríos. Hoy en día, y si persiste el calentamiento global, se enfrentan a una extinción segura en el transcurso de este siglo.
El estado de los glaciares de Colombia, por su particular sensibilidad, da cuenta de las señales y tendencias en la evolución del cambio climático en los ecosistemas de la alta montaña del país.
El fenómeno de reducción glaciar es mundial, pero también es diferencial según la zona geográfica del planeta. Colombia es un país ecuatorial, caracterizado por humedad atmosférica continua y temperatura homogénea, es decir, la amplitud diaria es mayor que la amplitud anual y con radiación solar incidente constante durante todo el año (Rabatel et. al, 2018). Esto implica que, a escala estacional, el régimen anual de precipitación está fuertemente controlado por el desplazamiento de la Zona de Convergencia Intertropical -ZCIT, lo cual resulta en grandes diferencias entre las regiones del país (Poveda et al., 2011).
En cuanto a los glaciares, lo anterior explica que, a pesar de que existe una condición global de cambio climático que reduce el volumen de los nevados sin excepción, hay circunstancias locales que acentúan o menguan su contracción (Ideam, 2019). Así mismo, los eventos climáticos regionales ENSO, fase cálida El Niño y fase fría La Niña, impactan de manera particular la superficie de los nevados; el primero aumentando drásticamente la fusión de la nieve y el hielo, y el segundo, en mucha menor intensidad, con acumulación de nieve. En Colombia esta situación diferenciada aumenta por la ubicación de glaciares cerca o en la cima de volcanes activos. El material piroclástico caliente, emitido durante las erupciones volcánicas, y el albedo reducido de las superficies de los glaciares en algunas temporadas por la acumulación de cenizas volcánicas han contribuido a la disminución de los glaciares en estas áreas (Rabatel et. al, 2018).
Desde mediados del siglo XIX Colombia ha perdido el 90 % de su área glaciar.
La ubicación ecuatorial de los glaciares colombianos los hace particularmente sensibles a las condiciones climáticas actuales, pero a pesar de que existe una condición global de cambio climático, hay circunstancias locales que acentúan o menguan su reducción. Algunas de ellas son la altitud, la pendiente, el clima local y la exposición al sol. Adicionalmente, los eventos climáticos regionales ENSO, fase cálida El Niño, acentúan el derretimiento como en el caso del evento de 2015-2016. Por el contrario, la fase fría La Niña tiende a estabilizar la reducción glaciar como en el caso del evento 2010-2011.
Fuentes: IDEAM